Crónicas de Ferelden

Escribo este texto para deciros que os odio profundamente. No, no me refiero a vosotros, mis bienamados lectores, sino a la prensa del videojuego en general, y a la hispana en particular. Aunque la nota de Dragon Age en general es buena (y por cierto, las notas en España son un poco de risa), la impresión tras leer vuestros análisis no era tan buena. Pese a esta percepción, me compré el juego (edición coleccionista) pero como quería pasarme antes la saga Baldur’s Gate (cosa que no he hecho) no lo jugué con seriedad hasta principio de año.

Juego mítico de rol buscaba heredero

Y lo siento, pero hasta donde he jugado (más de 40 horas, el mayor número de horas que he jugado en el mismo juego en bastante tiempo) me ha parecido un juegazo. Sobresaliente, espectacular, enorme, inmenso, tremendo.Y todo eso en un grado tan alto que a pesar de no habérmelo acabado en el momento de escribir estas letras, siento que este producto ya ha cumplido con su cometido (lo que aprovecharé sin duda para jugar a Yakuza 4 en vez de a Dragon Age 2, pues tenía la cuestión bien arraigada). Al mismo nivel que otros juegazos de Bioware, la actual reina del rol (aunque habrá quien prefiera a Bethesda o vaya usted a saber qué compañía japonesa), y que ha parido desde su nacimiento los excepcionales Baldur’s Gate, Caballeros de la Antigua República, Mass Effect o Jade Empire, entre otros.

Y es que siempre que he leído una crítica de este juego ha sido algo así como «es la leche pero». NO. No hay pero que valga. Es la leche. Tan «la leche» como pueda ser Thunderforce IV en el género de los matamarcianos o The King of Fighters 97 en el de los juegos de lucha.

Y eso no quiere decir que sea perfecto. Pero es que no hay juego perfecto. A Fantasy Zone le fallan las colisiones, la última fase de Psychonauts es para que el bueno de Tim Schafer te devuelva el dinero y en Ultima VII los personajes no son un dechado de carisma.

Dragon Age: Origins impone al poco de empezar: según con que tipo de personaje inicies la partida funciona de una manera u otra, lo que es un punto a su favor. Cuando ya has conseguido pasar «la iniciación» aterrizas en Ostagar, que cualquiera diría que es un lugar como Cuernavilla o Minas Tirith, puro Señor de los Anillos con unas columnas inmensas, una torre que tenemos que rescatar y una terrible batalla en las afueras entre las fuerzas del bien y del mal.

Durante el transcurso de la partida recorres lugares igualmente interesantes heredados de clásicos de la literatura de fantasía heroica como la torre de hechicería, el reino construido en la piedra de los enanos, una enorme ciudad como pueda ser anteriormente Baldur, una villa que debemos defender de una invasión zombi, un rey al que debemos salvar de una grave enfermedad (con posesiones demoníacas de por medio), un ser poderoso que mantiene gracias a su magia alejados a los engendros tenebrosos (los orcos de aquí), y el reino apartado de los elfos.

Sí, un pastiche tremendo que, para mi sorpresa, no se hace aburrido porque los personajes están fantásticamente construidos, la historia tiene poco de bucólico y pastoril, hay muchas relaciones entre estos personajes y todo evoluciona de una manera orgánica.

Que sí cochinotes, que también hay líos en Dragon Age

Porque sí, Dragon Age es, en resumidas cuentas, un juego adulto de fantasía heroica. Esto no lo digo porque haya sangre y pueda haber sexo, lo digo por las conversaciones que tienen los personajes entre ellos (incluso aunque no estés manejando a ninguno de los que está hablando), por la trama política, por las repercusiones de tus actos (tienes que pensar bien lo que haces, porque a lo mejor algo que te parece bien -o mal- de primeras acaba teniendo un efecto contrario a largo plazo). Es curioso, porque en estos tiempos donde empieza a haber juegos orientados a gente más madura (Heavy Rain, Mafia, Yakuza, L. A. Noire, Fallout, Alpha Protocol, entre otros) se suele despreciar la fantasía heroica como escenario de tramas profundas. Algo que Dragon Age tiene, y en buenas cantidades.

Mi cabreo con los medios viene porque todo esto lo he tenido que descubrir yo, que no me he pasado el juego, porque la prensa (española, valenciana, inglesa; si un medio en otro idioma lo ha dicho es otro tema) no ha sido capaz de decírmelo de una manera clara. Decirme las cosas que quería oír, leer : A) Es el heredero de Baldur’s Gate, sin licencia alguna y con gráficos poligonales; B) Lleva la trama a lugares tradicionalmente no alcanzados por el videojuego; C) Tus actos influyen en el desarrollo de la partida; D) Es la leche, cómpratelo y juégalo como si no hubiera un mañana hasta que te lo acabes.

A ver qué tal lo hacen con la segunda entrega, pero por ahora no cuenten con que les vaya a hacer mucho caso.

  1. Como ya sabes, yo también me compré la edición coleccionista esperando un digno sucesor de Baldur’s Gate, que es lo que se suponía iba a ser Dragon Age. Por desgracia me encontré un Mass Effect medieval de garrafón, donde el combate no era divertido y el argumento bastante flojo (reune un grupo pa’ matar al dragón/demonio). Vamos, que para mí terminó siendo un digno sucesor de Throne of Baal (la expansión de Baldur’s Gate 2), que era una puta mierda muy grande.

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