Pocket Game PG-100, el regalo definitivo

En mi grupo de amigos tenemos una costumbre muy saludable y habitual: solemos hacer regalos que creemos que pueden interesar al receptor. En ocasiones especiales incluso procuramos desembolsar grandes cantidades de dinero para un fondo común. Partiendo de este detalle, cuando uno ve que su cumpleaños se acerca suele pensar «¿Con qué delicia me deleitarán este año?». Algunos ya estarán empezando a cansarse de este achaque de sinceridad y vida privada, así que iré al grano.

Mi querido amigo y compañero Ramón Nafria tuvo a bien regalarme en mi último cumpleaños una fastuosa consola china llamada Pocket Game PG100, de Prixton. Si eres de los que no conocen al señor Nafria y aún se está preguntando por qué haría algo así, deberías leer sus propias palabras para entenderlo.

Incauto de mí, la primera vez que tuve ante mis ojos el aparato creo que sonreí como un bobo, las palabras que salieron de mi boca fueron algo así como «Vaya, una especie de NES portátil ¡fantástico!«. Atareado y con diversas preocupaciones cerniéndose sobre mi cabeza decidí que el cachivache quedaría aparcado en un estante, al menos durante unos meses. Y así fue, hasta hace unos días. En una de esas largas noches de calor (el verano está cerca), insomnio y pocas ganas de aprovechar la madrugada para trabajar la vi, negra e impoluta desde un rincón oscuro. Mi aburrimiento y la excelsa programación televisiva de la madrugada hicieron el resto.

Pocket Game PG100

Ardua tarea la que nos pide la publicidad

El artefacto en cuestión, tal como os he comentado, es una consola de origen chino. Y este es un dato de interés, puesto que en algunos lares se ha vendido obviando su procedencia, como si esto fuese algo intrínsecamente malo. Entre sus características cuenta con una pantalla de tipo LCD de 2,5″ a todo color, la posibilidad de conectarla mediante cables AV a un televisor, toma de auriculares e incluso una batería de litio. Además, en sus tripas lleva la friolera de 121 juegos grabados. Los más viejunos del lugar podrán recordar viejas glorias como la Atari Lynx o la Game Gear de SEGA que, portando mucho menos de serie, triunfaron y pudieron proporcionar largas tardes de placer a sus dueños. Entonces ¿hay tongo? Y si es así ¿dónde está?

Inspecciono el aparato… Efectivamente, tiene una pantalla de color, incluso es retroiluminada, la enciendo y compruebo que lamentablemente su resolución está demasiado cerca de la de una NES pero se acerca desde abajo, algo que realmente no tiene por qué ser malo. Sigo inspeccionando mientras la repetitiva música del único menú incluido en su BIOS me perfora los tímpanos. Mientras me decido a prestar atención a la pantalla logro comprobar que los seis botones incluidos, así como la cruceta de control, funcionan suficientemente bien. En la pantalla puedo observar un listado de los 121 juegos, ni más, ni menos. Sigo pensando «¡Eh! No tiene por qué ser mala señal, mi viejo cartucho de origen dudoso para la NASA (clon barato de NES) funcionaba bien». Mientras intento imaginar el género de los juegos que tengo delante para elegir cual probaré primero me doy cuenta del primer problema: nunca podrá darme más de lo que lleva dentro. No existe ningún medio de expansión. Aún esperanzado decido seleccionar un juego.

Pocket Game PG100

Memorizad su imagen, algún día os puede salvar el bolsillo

Me saltaré un trozo de la historia y os resumiré brevemente lo que aconteció después: durante más de dos horas probé juego tras juego. Los famosos 121, todos, y fue una tarea sencilla. La mayoría repetían su mecánica de juego cual máquina de LCD monocromo de Tetris elevando un poco su dificultad, nivel tras nivel… Sin cambios en los fondos, ni en la música o en los sonidos. Muchos juegos eran ligeras variaciones de otros con los que cohabitaban, otros entrarían dentro de lo que cualquiera consideraría una auténtica marcianada. Por último, un buen puñado nunca me permitieron jugar, bien porque no llegaran a arrancar o porque sencillamente se congelaran tras unos minutos.

Descorazonado por la terrible perdida de tiempo, que podría haber dedicado a leer un libro que realmente no me interesaba o a mirar la pared, decidí probar el resto de puertos y conexiones, no se muy bien por qué. Cargaba, permitía el uso de auriculares y tal como anunciaba la caja podía ser conectada a un televisor. Pero ni con esas logré quitarme el mal sabor de boca. Intenté alejarlo de mi mente probando los cuatro juegos que me habían parecido apetecibles, algunos por raros y otros por todo lo contrario, pero la mala suerte hizo que estuviesen dentro de la categoría de juegos que se cuelgan tras unos minutos. Finalmente la dejé en un rincón donde permanecerá, a tenor de la capa de trastos de algunos estantes, durante años.

El alegato de mi compañero queriendo prever un futuro de consolas baratas de origen chino, como en la época de gloria de los famiclones, se me indigestó al leerlo. Es cierto que en algunos casos y por poco dinero son una oferta excelente, pero mi reciente experiencia me hace recelar de ese futuro. Así que sed cautos, internautas, y sobre todo nunca os dejéis según qué cantidades de dinero comprando un producto de esta índole: puede saliros muy caro, tanto como 50 euros.

  1. 🙂 muy bueno! y muy mala suerte con el cacharro… porque la verdad que hay cosas bastante interesantes, tanto en portátiles como en miniconsolas.

    A mi me regalaron esta chinada de megadrive: http://twitpic.com/54nixz http://twitpic.com/54njwz y aparte de tener 20 juegos en memoria y 2 mandos de 6 botones, tiene el detalle de un selector PAL – NTSC en la parte de atrás. Vaya, que hay chinos y chinos!

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