Las Inmensas Preguntas

Suelo aprovechar los días siguientes a cada E3 para (re)plantearme de qué va exactamente la cosa esta de los videojuegos. Es una suerte de reflexión, de investigación intuitiva, pero también una renovación de los votos.

La feria, con toda su pompa y despilfarro, me sirve de excusa para recuperar las Inmensas Preguntas: ¿quiénes somos? ¿De dónde venimos? ¿A dónde vamos? Trazo un mapa general del medio y luego evalúo si me sigue gustando lo que veo. ¿Y qué he visto este año?

De entrada, ninguna sorpresa. Entre Twitter, Facebook, filtraciones, estrategias de márketing basadas en la sobreexposición y tiempos de desarrollo cada vez más largos, resulta casi imposible pillar al público desprevenido. Ha habido confirmaciones (algunas, de peso) pero pocas revelaciones.  Y la sorpresa es la primera arma contra el aburrimiento. …Seguir leyendo +


Tragedias interactivas

Partimos de la base de que ni usted ni yo jugamos para perder. Por poco competitivos que seamos, emprendemos cada partida con el objetivo de avanzar, de progresar en el juego hasta llegar a la meta final y lograr esa ansiada recompensa a nuestro éxito. Nadie juega para fracasar pero, sin embargo, cada vez son más los juegos que acaban en tragedia.

(Agárrense, vienen spoilers moderados en todo el artículo.)

Recientemente pude ponerle las manos encima al estupendo Castlevania: Lords of Shadow, esa épica y muy europea recreación del clásico. Todo en esta obra está cargado de desolación, de perdición. En la piel de Gabriel Belmont recorremos un camino que comienza con una tragedia y ha de acabar peor; para cuando el verdadero final llega, no hay vuelta atrás: somos quien lucha con monstruos y mira el abismo, como avisaba Nietzsche.

Impactado por ese certerísimo último golpe me adentro en el salvaje territorio de los foros. Entre críticas, alabanzas y algunos trolls, leo la pregunta clave: “¿pero no hay ninguna forma de conseguir un final bueno?…Seguir leyendo +


Sega devorando a sus hijos

Sega, ese monstruo en constante mutación, no entiende su legado (sólo así se explica que el esperadísimo Dreamcast Collection no incluya más que cuatro juegos, ¡uno de ellos, Sega Bass Fishing!), pero eso no evita que quiera vivir de él. Ya saben: recopilatorios, relanzamientos, remakes y, copiándole la jugada a Nintendo, crossovers de allstars.

Sega tiene sus Mario Kart o Mario Tennis, pero por el camino olvida, o hace ver que olvida, que en Nintendo (casi) siempre está el juego antes que el nombre y que si Pit aparece en Brawl lo tomamos como anuncio de su regreso. Las sagas de la Gran N se renuevan en cada generación con juegos punteros; las de Sega esperan una resurrección que nunca llega. …Seguir leyendo +


Cuando nadie mira

La situación: deambulo por las calles de un pequeño pueblo del desierto esquivando (o masacrando) decenas y decenas de muertos vivientes. Tengo que arreglar una maldita moto antes de que el ejército ponga un pie en la localidad para salvar a mi hija infectada. Y aquí está este tipo, con la pieza que me falta para la reparación y diciéndome que es un gran fan mío, que me admira, pero que no me la puede dar porque la está usando como arma. Que vaya a la tienda de armas y le traiga una katana a cambio, dice. Mientras, el tiempo se agota.

Lo que pienso: ¡Será…! De acuerdo, los halagos me han conquistado y parece buen tipo, pero su capricho me está sacando de quicio. Además, el imbécil de su amigo pulula por el fondo incordiando, si cabe, un poco más. Desde fuera, la cosa no mejora: me ofende un pelín la burda manera en que los desarrolladores intentan colarme una sub-misión. Y la pieza de la moto está ahí, a mi alcance.

Lo que hago: me armo con mi palo con clavos favorito y le arreo una desagradable somanta de palos al mindundi en cuestión, que al principio se queda paralizado pero no tarda en defenderse. El amigo acude en su ayuda, pero despacho a ambos con relativa soltura (mis dedos son ya los de un guerrero experto).

Las consecuencias: a mis pies, un par de cadáveres sanguinolentos, en mis manos, el ansiado objeto. He perdido una misión secundaria pero estoy más cerca de cumplir mi objetivo principal. Por un momento, me pregunto si el francotirador del tejado me habrá visto, pero nada pasa. Voy en busca de la moto, y al mundo apocalíptico que me rodea le importa un comino mi crimen. Y, no obstante, me siento como un criminal. …Seguir leyendo +