Flame Over

Flame Over: Fuego en la oficina

De pequeño, ser bombero nunca estuvo entre mis futuros profesionales predilectos. Yo siempre quise ser maquinista o, si por las razones que fuese eso no funcionara, astronauta. La fascinación por el fuego me llegó tarde. Realmente hasta que no vi la película Llamaradas y sus impresionantes incendios creo que no consideré como posibilidad eso de rescatar a gente de sitios muy por encima de la temperatura que considero agradable. Por fortuna, la realidad me enseñó que eso era muy peligroso y que mejor sería dedicarse a otras cosas más tranquilas, como rascarme la barriga en el sofá mientras juego a algo. Por ejemplo, a un juego de bomberos.

Curiosamente, aunque es una profesión ciertamente excitante, el trabajo de apagafuegos no se ha prodigado mucho como tema central de un videojuego. Tal vez el ejemplo más memorable sobre el tema sea Burning Rangers (SEGA – Saturn), el juego de acción en el que no solo luchábamos contra el fuego, sino también con las limitaciones del hardware de SEGA, pero ha habido otros representantes destacables como The Firemen (Jaleco – SNES), la saga Emergency (Sixteen Tons – PC) o Firefighter F.D. 18 (Konami – PS2). Hoy hablaremos de la última incorporación a esta familia: Flame Over.

El objetivo del juego es tan sencillo como apagar todos los fuegos presentes en el complejo de oficinas que sirve de escenario a la acción. Para ello contamos con dos herramientas: la manguera, inigualable a la hora de enfrentar habitaciones al rojo vivo, y el extintor, menos eficiente pero el único capaz de extinguir los focos provocados por la electricidad. De nuestra habilidad para manejar estos dos equipos dependerá que salgamos con vida, pero no son los únicos elementos que decidirán nuestro éxito o fracaso.

fo_04El otro pilar del desafío que presenta Flame Over es la gestión de recursos. Tanto la manguera como el extintor cuentan con suministros ilimitados, pero no los podemos llevar encima. El resultado es una necesaria atención a cuánta agua y cuánta espuma nos quedan en la recámara, así como a la posición de los diferentes puntos de avituallamiento, ya sean extintores dejados por ahí, fuentes de agua o lujosos jacuzzi. Porque si descuidamos estos recursos no solo nos pondremos en peligro, porque el fuego se irá extendiendo sin control y hay más posibilidades de que el excesivo calor acabe con nuestra vida, sino que perderemos tiempo, y eso es lo peor que podemos hacer.

Más allá de las llamas, el paso de los segundos es nuestro principal enemigo. Los cinco minutos con que contamos al comienzo del juego serán al principio una cantidad holgada y según vayamos avanzando pasarán a ser claramente insuficientes. Si al principio podemos permitirnos algún fallo a la hora de rescatar a las pobres víctimas del incendio, la principal fuente de tiempo adicional y vidas, poco a poco entraremos en un frenesí histérico ante la presencia de un pobre oficinista rodeado de llamas. La razón es que el tiempo no se repone entre misiones, sino que lo iremos acarreando de una pantalla a otra, por lo que cada segundo cuenta.

Si en base Flame Over es un simpático juego de acción y estrategia, esta mecánica de acarreo y su naturaleza contrarreloj lo convierte en un pasatiempo frenético. Un tour de force en el que debemos combinar reflejos físicos y mentales para llegar lo más lejos posible. Claro que si pensáis que una vez que el segundero llegue a cero se habrá acabado el sufrimiento estáis muy equivocados. Entonces, imitando a los mejores juegos de Taito, entramos en un limbo en el que no pasa el tiempo y podemos seguir jugando, pero en el que la parca acechará sin descanso. Aquí es donde quitamos todas las barreras de gestión y lógica para lanzarnos en pos de víctimas perdidas a las que rescatar para alargar durante un minuto más la agonía o, si hay suerte, darle la vuelta a la tortilla y volver a controlar la situación.

Simplemente con estos mimbres, Flame Over ya es un gran entretenimiento, pero hay más pequeños detalles que lo hacen excelente. Además de los oficinistas normales, algunos niveles cuentan con Miss Ion, una trabajadora que nos propondrá cumplir diversos desafíos antes de poder rescatarla. Otros niveles también cuentan con una tienda donde adquirir todo tipo de materiales, desde desfibriladores para reanimar a las víctimas del fuego hasta botas de clavos para evitar los suelos repletos de residuos peligrosos, pasando por bombas de agua, lupas, máscaras antigás y otros artilugios. Por último, hay un pequeño sistema de mejoras en el que podremos ir aumentando nuestras habilidades o mejorando algunos objetos a cambio de dinero.

Últimamente no suelo ver muchos juegos de los que pueda decir esto, pero nos encontramos ante un arcade de diseño exquisito. Además de sus acertadas mecánicas, la generación semi-aleatoria de los escenarios y la distribución de los niveles que hacen de checkpoint lo convierten en un juego que se puede jugar repetidamente sin que deje de presentarnos desafíos nuevos. El equilibrio entre acción y estrategia es perfecto, sin romperse la constante tensión del juego más allá de los momentos en los que queramos hacer una pausa para tomarnos un respiro o planificar cómo afrontar lo que tenemos delante.

Flame Over es, entonces, un juego totalmente recomendable para los amantes de los arcades puros y duros. Si fuera una recreativa creo que me habría dejado mucho dinero en ella.

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