Crónica de la 2ª Ed. de Gaming Ladies

El pasado jueves 27 de julio, casi 300 mujeres aficionadas a los videojuegos, y multitud de profesionales de la industria, acudieron al evento de participación exclusivamente femenina que se organizó en el auditorio Imagina de Mediapro, en Barcelona. Las organizadoras son Gaming Ladies: un grupo de apenas cinco mujeres —Marina Amores, Judit Tur, África Curiel, Mariona Valls e Inés Alcolea— trabajadoras en distintos ámbitos del sector de los videojuegos.

Judit es traductora y experta en localización, Marina comunicadora, Mariona artista, África diseñadora narrativa e Inés community manager. Para todas nosotras, ellas compartieron sus experiencias laborales en la industria desde una perspectiva de género. Y ofrecieron importantes consejos a la hora de crear entornos más inclusivos y más respetuosos en sus respectivos ámbitos profesionales. Para Gaming Ladies, el género es un motivo de unión y de hermandad.

Durante las cuatro charlas que tuvieron lugar, en varias ocasiones sonó una palabra bien importante: sororidad. Las mujeres que trabajamos, o aspiramos a trabajar en la industria, debemos apoyarnos. No se trata de exclusión, ni de sectarismo, ni de discriminación al género opuesto: el evento trató, en todo momento, de compartir experiencias entre el colectivo femenino. Cualquier mujer, independientemente de su relación con los videojuegos, podía acudir y conocer a otras chicas con las mismas aficiones. Porque indudablemente el ser mujeres nos une. Todos y todas necesitamos compartir experiencias. Sentirse parte de algo te motiva, te anima a seguir luchando y a creer en ti. Y el entorno de cariño, de empatía y de networking que se dio en el evento era el indicado para favorecer eso.

La jornada empezó con la ponencia de Inés Alcolea: una auténtica comunicadora todoterreno, como ella misma se definió. Trabajó para Wizards of the CoastMagic: The Gathering, D&D— y en la actualidad es componente de Digital Legends, donde hace labores de Public Relationship y de communication management. Inés no sólo reivindicó el papel de la mujer en la industria, sino también el del Community Manager, a menudo infravalorado.

La siguió África Curiel, que habló de FemDevs y de las cosas buenas que ocurrían dentro de su canal de Slack, donde literalmente cientos de mujeres se unen para ayudarse y aconsejarse en todos y cada una de las fases de producción de un videojuego: programación, diseño, guión, arte, sonido y comunicación… Insistió en que cualquier mujer, sin importar si era profesional, aficionada o estaba meramente interesada en aprender, podía unirse a las filas de FemDevs para compartir sabiduría y amor por los videojuegos.

Después, Mariona Valls nos habló de cómo empezó su carrera laboral tras acabar Bellas Artes, y cómo jamás se había planteado el hacer un videojuego hasta que ocurrió, cuando creó Mango Protocol junto a su novio. Las protagonistas de MechaNika y Agatha Knife tienen fuertes personalidades, y Mariona puso parte de ella misma en éstas.

Judit Tur, la última ponente, dio una interesante —y divertidísima— charla sobre cómo evitar el masculino por defecto en videojuegos cuyos diálogos se han de referir, según la elección del usuario/a, a personajes masculinos y femeninos. En cómo incluir un lenguaje neutro y más inclusivo que no utilice adjetivos o participios en masculino para referirse a una mujer —algo que no ocurre, por ejemplo, en el inglés, que no tiene marcas de género—. Esto es: que no se de por sentado que la persona detrás de la pantalla es un hombre, sino que los diálogos contemplen ambas posibilidades. Tanto el lenguaje como los videojuegos —entre otros medios culturales—, tienen una influencia enorme en cómo percibimos el mundo, en cuál es nuestro papel y nuestra situación dentro del mismo.

La representación es importante. Que chicas jóvenes —de cualquier edad, realmente— puedan ver a profesionales de la industria hablando sobre sus trabajos, y haciendo palpable la realidad de que la mujer no sólo tiene un hueco en la industria, sino que es parte indispensable de la misma, es algo que no tiene precio. Es algo necesario. Como hermana mayor de una niña de 13 años que está empezando a despertar vocación y auténtico amor por los videojuegos —y que es bastante kick-ass en Overwatch, todo sea dicho—, deseo que exista hermanamiento entre las desarrolladoras y aficionadas, que muestren a la mujer que ella también puede. Que le despejen las inseguridades que tenga. Que den a conocer a las maravillosas, numerosísimas desarrolladoras, más o menos reconocidas, que existen en la industria.

Debemos trabajar en que la mujer se sienta con la suficiente capacidad para conseguir lo que se proponga, para que algún día no haya que hacer más distinciones, ni sacar más cifras a la palestra. Es bonito e indicativo de que la sociedad vira en la buena dirección el que ya haya mujeres que se sientan seguras de sí mismas, fuertes para lograr cualquier meta. Y que de hecho ya lo hayan logrado con mucho éxito. Pero debe existir una reivindicación y un ambiente de apoyo para todas aquellas que aún no, por los motivos que sea. Gaming Ladies trata sobre la unión de un colectivo, nunca sobre la escisión por géneros. Y unirse, compartir y empatizar son valores que debemos trabajar juntos, hombres y mujeres, para evitar la deshumanización en una industria como esta; que a veces peca de competitividad malsana y pierde perspectiva sobre el importantísimo componente humano que existe en su cadena de producción.

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