Hablar de cualquier juego de Nitrome.com es hablar de una maravilla del diseño compacta, original y sorprendente. Un portal en el que no se dedican a adquirir y publicar juegos desarrollados por terceros, sino que los desarrollan ellos mismos. Todos tienen la marca de la casa, y os aseguro que los juegos vienen con pedigrí. Hoy me gustaría presentaros uno en concreto; de hecho se trata de su último lanzamiento: Gunbrick.

Hasta ahora he reseñado algunos juegos flash impulsado por la calidad de los mismos, pero sobretodo por su sentido del humor y por su desparpajo. Este caso es bastante diferente. Se trata de un juego increíblemente simple que ha conseguido sorprenderme y cautivarme por igual. En Gunbrick manejamos a un bloque cuadrado con una pistola en una de sus caras y un escudo en otra. Dicho bloque aparece en una especie de entorno espacial con obstáculos, proyectiles enemigos y demás, y su objetivo será el de llegar hasta el teletransportador del final de cada nivel. Ya está. No hay historia, no hay animaciones, no hay trasfondo, ni siquiera el más mísero tutorial. Y no hacen ninguna falta.

Con poco que trasteemos descubriremos que con izquierda y derecha hacemos que el cubo se desplace rotando, haciendo que la cara con el arma apunte hacia abajo, arriba o uno de los lados. Si presionamos espacio o abajo, veremos que el cubo dispara y que el hecho de disparar hace que nos desplacemos por el retroceso. Aquí terminan las posibilidades de nuestro personaje, ni siquiera puede saltar, y sin embargo las posibilidades del juego son enormes.

Los puzles son increíblemente ingeniosos y las limitadas capacidades de nuestro protagonista hacen que tengamos que estrujarnos los sesos constantemente para encontrar la forma de superar los obstáculos sin caer en la repetición para nada. Y por si a alguien no le parece lo bastante sorprendente aquí va un dato más: se juega en un espacio de 50×50 píxeles, aproximadamente el tamaño de un icono de vuestro escritorio.