El artículo de hoy se lo vamos a dedicar a una aventura gráfica de los años 90. No, no os equivoquéis, no pienso hablar de LucasArts ni tampoco de Sierra, sino de una de las compañías que a la sombra de estas dos gigantes intentaban llevarse algo del pastel del éxito de las aventuras gráficas. Se trata de Divide by Zero, una empresa que contaba con la distribución de Domark y que ya había lanzado con relativo éxito Innocent Until Caught e Innocent Until Caught 2: Presumed Guilty, antes del título que hoy nos ocupa: The Orion Conspiracy.
The Orion Conspiracy es una aventura gráfica de ciencia ficción que pasó sin pena ni gloria por las estanterías de las tiendas de videojuegos. ¿A qué es debido este fracaso? Pues en buena parte a su año de lanzamiento, 1995, que coincide con la salida a la venta de The Dig, otra aventura gráfica de ciencia ficción auspiciada en esta ocasión por LucasArts y por el mismísimo Steven Spielberg. Ya daba igual qué juego fuera mejor, tenía todas las de perder. Con esto no quiero decir que el juego de Divide by Zero fuera mejor que el del gigante de las aventuras, de hecho no lo es, pero sí es cierto que The Orion Conspiracy se merecía un mejor destino que el que sufrió, ya que nos encontramos ante una aventura solvente cuyo argumento puede copar las necesidades de cualquier aficionado a la ciencia ficción.
La trama se localiza en el año 2160, en pleno auge de la exploración espacial, donde multitud de compañías privadas luchan por ser las primeras en descubrir nuevas zonas y tomar así el control económico de la galaxia, no siempre con métodos totalmente legales. En la estación espacial Cerberus hay dos compañías cooperando en la investigación de un agujero negro cuyo origen es desconocido. En una de las operaciones, Danny McCormack, uno de los investigadores, sufre un accidente y muere. Su padre, Devlin, viaja entonces rápidamente hasta la estación para el funeral de su hijo. Al poco de llegar, y mientras descansa en su habitación, alguien le pasa una nota indicándole que la muerte de su hijo no ha sido un accidente: ha sido asesinado. Esto hace que Devlin empiece a investigar el misterioso deceso de su hijo, pero contará con la dificultad añadida de diversas criaturas alienígenas que aparecen misteriosamente para sembrar el caos y la destrucción en Cerberus.
Como en la mayoría de las aventuras gráficas, lo más destacado del juego se encuentra en su argumento y en los diálogos. La historia de la búsqueda del asesino no sólo está muy bien llevada, sino que además cuenta con la rareza de mezclarse con una pequeña invasión alienígena que transcurre en paralelo, y ambas logran encajar ofreciendo algo de variedad. En este mismo sentido, el título resulta un hito en el género al abordar ciertos aspectos que hasta entonces estaban vetados en él. Aparte de una violencia bastante explícita con ligeros toques de gore que sí habíamos podido ver en otros títulos, en The Orion Conspiracy nos encontramos con que, en un momento del juego, Devlin conoce al novio de su hijo, uno de los primeros personajes homosexuales con una importancia relevante en la historia. Sin embargo, las virtudes del juego casi se quedan ahí. La interfaz se basa en la mecánica point & click, a imagen y semejanza del ya asentado SCUMM, pero no termina de funcionar tan bien como en los originales. Muchas de las resoluciones de los puzles dependerán de señalar un píxel muy en concreto de la pantalla, pixel hunting, o serán demasiado rebuscadas o poco realistas. En cierto modo, recuerda a los títulos de Pendulo Studios, pero sin la coartada del humor para lo absurdo de algunas de las soluciones. Por otro lado, queriendo dar realismo a la estación espacial, nos encontraremos con un número interminable de pasillos sin influencia en la historia que terminarán siendo una actividad tediosa para alcanzar ciertas zonas. De hecho, esto maquilla hasta cierto punto la duración del juego, bastante más corta que en otros títulos similares de la época.
Respecto a sus gráficos, lo cierto es que dejan fácil tener una relación de amor odio con el juego. Para ser justos hay que decir que están resueltos con efectividad, con personajes bien definidos y con animaciones correctas, con escenarios creados con suficiencia para la ambientación del juego; sin embargo, tras horas paseo nos damos cuenta de que en realidad su creación no fue todo lo original que cabía esperar y el tedio de las interminables caminatas descubre decenas de pasillos con apenas diferencias entre unos y otros. El apartado de audio es simplemente correcto, y la banda sonora es corta, poco inspirada y se repite constantemente, aunque, por lo menos, no resulta molesta. Los efectos de sonido sufren de la misma dolencia, son simplemente funcionales y aunque el juego se encuentra completamente doblado, los actores no realizan un trabajo excepcionalmente bueno.
Como hemos indicado, hay aventuras gráficas de la misma época que superan ampliamente el trabajo realizado en The Orion Conspiracy. Sin embargo, su argumento y el desarrollo de la trama lo hacen un juego interesante, sobre todo para los jugadores que sean aficionados a la ciencia ficción. Os animo a que le echéis unas horas y disfrutéis de una buena sesión de este peculiar Hércules Poirot futurista.
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