Con Skylanders la empresa Activisión demostró lo que muchos ya habían estado previendo hacía tiempo: que mezclar muñequitos físicos y juegos virtuales podía ser un gran negocio.
En Activision no es raro que encuentren un gran negocio dentro del videojuego. Llevan haciéndolo desde hace décadas. Como éxitos recientes tienen a Guitar Hero, Call of Duty, y ahora Skylanders, su última máquina de hacer dinero, donde se aprovecha de refilón una franquicia caída en desgracia como Spyro: The Dragon para sacarle los cuartos a padres e hijos a base de juegos y muñecos en todo tipo de dispositivos.
Y si hay una empresa que tenga muñequitos y franquicias para dar y regalar, esa es Disney. Así que no es de extrañar que, viendo el camino que había abierto Activision, anunciaran a bombo y platillo que su gran proyecto en videojuegos para este año no iba a ser esa nueva versión de Patoaventuras o el Castle of Illusion que han aparecido en formatos descargables sino Disney Infinity, “su” Skylanders.
Personalmente no me considero un consumidor nato de productos Disney, y no lo soy por mucho que ahora hayan adquirido las franquicias Indiana Jones y Star Wars gracias a la compra de Lucasfilm, Pucca, la popular The Muppets (Los Teleñecos) de manos de The Jim Henson Company, o la editora de cómics Marvel con todo su catálogo. Pero lo cierto es que si que he visto una barbaridad de anuncios sobre Disney Infinity, porque es el tipo de empresa que tiene una capacidad inmensa de crear material alrededor de un producto, en cierto modo viven de ello.
Parece que tienen el camino hecho pero no es para tanto, ya que la perspectiva importa. Por ejemplo: un posible problema a la hora de evaluarlo o, sobre todo, al verlo juzgado en una revista de videojuegos, es que no es habitual que el redactor tenga entre 7 y 13 años o sepa pensar en ese espectro de edad. No es un juego que aparentemente vaya dirigido a un público adulto, pero si os puedo decir que en el momento de abrir la caja y ponerme a montar todo lo que trae el niño que hay dentro de mi y que siempre ha pasado de Disney saltó de alegría, eso si, para luego darme cuenta de que ya tengo una edad para estas cosas.
Así que, envalentonado con el resultado, quise ver si a mi mujer (tal vez más Disney friendly que yo, pero menos jugadora) le pasaba lo mismo. Por desgracia, no fue así. El primer problema fue que todos los personajes que vienen con la caja básica son masculinos: Sully, de Monstruos S.A., Mr. Increíble de Los Increíbles, y Jack Sparrow de Piratas del Caribe. Y mi mujer no estaba especialmente emocionada con la elección. Podrían haber incluido, por ejemplo, a Ms. Increíble, pero tal vez esperen a sacar una versión femenina del pack aunque me sorprende que no haya sido un paquete de salida. En fin, supongo que Disney conoce mejor a sus usuarios que yo.
El segundo problema vino con el registro de usuario. ¿Os imagináis teniendo siete años e intentando registrar un usuario? Desde luego no es una idea cómoda. Y tras esto, y un fallo de conexión (supongo que motivado por ser uno de los primeros días del servicio) mi mujer abandonó la prueba, lo que no deja en demasiado buen lugar a este juego en cuanto a usuarios ocasionales.
Pero yo soy un profesional, así que no iba a abandonar tan fácilmente. Creé mi usuario y empecé el juego. Tras una introducción interactiva bastante espectacular, Disney Infinity me dejó en un campo abierto donde no supe muy bien qué hacer. Hice una pequeña misión pero posteriormente no me asignaba ninguna más así que dejé aquí el juego para seguir más tarde. Al volver al título aparecí en una pantalla de selección de mundo donde podía escoger entre: Monstruos University, Los Increíbles y Piratas del Caribe, además de Toy Box, un lugar donde podemos crear nuestro propio mundo o cargar el que otros usuarios hayan creado con la aprobación de Disney.
En los tres mundos iniciales es donde encontramos el grueso del juego para un solo jugador (o incluso para el multijugador). Mundos más o menos abiertos donde podemos realizar misiones (normalmente muy cortas), interaccionar con otros personajes, y conseguir diferentes hitos. Estas aventuras son bastante entretenidas y duran cada una sus cuatro o cinco horas (o más, teniendo en cuenta el público al que van planeadas), pero a pesar de tener sus momentos de gloria no dan la talla a nivel individual contra ningún juego que se precie de gran categoría. Personalmente, y de entre todos los minijuegos, la posibilidad de manejar la Perla Negra (el barco de Jack Sparrow) me ha parecido muy interesante, hasta espectacular, pues se puede manejar desde dentro o fuera, lanzar salvas de cañonazos, y de un modo entretenido y vistoso. Además, si adquirimos nuevas figuras podremos utilizarlas dentro de sus escenarios, abriéndonos nuevas posibilidades de juego y otorgando objetos ocultos.
Disney Infinity es un juego perfecto para niños de entre 7 y 13 años, aunque tal vez se pueda estirar un poco más, siempre que su padre tenga algún conocimiento sobre videojuegos y quiera estar presente. Eso si, se trata de un auténtico caballo de Troya destinado a vender expansiones, el cual espero que al menos se aproveche en condiciones para añadir nuevas aventuras y muchos objetos. Habrá que estar atento a su evolución, pero Disney, sin haber hecho un producto perfecto, si ha creado uno de los mejores regalos para estas navidades.
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