Ilusión y nostalgia

Llevo en esto de los videojuegos tal vez demasiado tiempo y, seguramente, me lo tome con más pasión de lo que sea saludable. Pese a que ya los conocía y había jugado antes, no tuve ninguna consola propia y, por eso, empecé realmente con doce años. No sé si fue la edad o la explosión mental que me generaron pero hasta hoy, 21 años más tarde, no ha parado de ser algo que ha ocupado cada vez más espacio en mi vida.

Vivo de ellos, estoy rodeado de ellos, juego a ellos y hablo de ellos. Y si pienso de manera racional qué es lo que más me atrae es sin duda la cantidad de posibilidades que tienen. De generar historias, de presentarlas, de poder meterte en ellas. …Seguir leyendo +

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Xbox One, la smart TV de Microsoft

Si algo quedó claro en la presentación de la nueva «consola» de Microsoft es que muchos jugadores se esperaban mucho más del nuevo aparato. De hecho, resulta hirientemente certero revisar vídeos como este increíble resumen de la conferencia que recapitula a la perfección todo lo que pudimos ver el otro día:

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Yo, mi, matar, morir

Hacía Slavoy Zizek, en el video-ensayo The pervert’s guide to cinema, una afirmación singular sobre los roles adoptados en los videojuegos:

Esta sería la aproximación ingenua: Yo adopto el rol de un sádico, un promiscuo o lo que sea para suplir mis carencias en la vida real. Pero ¿Y si lo vemos al revés? Que esta identidad fuerte, brutal, sádica o lo que sea, es mi verdadero yo. Esta es mi verdadera psique. Y en la vida real, por las restricciones sociales, no puedo soltarme. Así que, precisamente porque se trata de un juego, de un rol que adopto en un espacio virtual, puedo estar allí de una forma mucho más real. Puedo mostrar una actitud más cercana a mi propio yo.

¿Ha sido eso siempre así? Juegos como Spec Ops: The Line hacen que uno muestre su auténtica personalidad en situaciones concretas: Elegir entre dos hombres colgados, no hacer nada o rebelarte contra los que te amenazan. Ahí podemos ser más nosotros que nunca, al saber que no hay una opción correcta. …Seguir leyendo +

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¿Por qué volamos?

El otro día tuve una conversación con un amigo sobre la simulación de vuelo, sobre su comunidad, motivaciones y, en definitiva, sobre la pregunta «¿por qué?«. Lo cierto es que no alcanzaba a entender los motivos de un hobby tan minoritario, pues es, quizá, el género más cerrado y elitista de jugadores que existe. Sí, la primera premisa suele ser la aceptación de que tras cada piloto virtual se encuentra un piloto frustrado, aunque no son pocos los pilotos reales que usan estos programas para entrenamiento.

Afrontémoslo: aprender a volar en un simulador es caro y absolutamente absorbente. Hablamos de cientos de horas de práctica para dominar un avión en lo que se denominan «hard sims» como puedan ser Flight Simulator, Falcon 4 BMS o cualquiera de la saga DCS, por no hablar de los precios del hardware necesario, pues no solo es requisito un PC de gama media/alta sino que ha de venir acompañado de accesorios como pueden ser unos buenos mandos de vuelo, pedales y un sistema Track IR. En un cálculo rápido unos 500 € sin contar el ordenador. ¿Qué es, pues, lo que nos lleva a muchos a meter los pies en semejante cenagal? …Seguir leyendo +

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