Hombres anuncio

Hace tiempo que en publicidad existe una clasificación de los consumidores en relación a su apego a la marca. Es evidente que a la hora de desarrollar estrategias publicitarias no es lo mismo explorar el terreno de los consumidores potenciales que cuidar a los siempre agradecidos prescriptores de la marca que les ayudan a expandirse. Pero desde la aparición de las redes sociales, las técnicas tradiciones han evolucionado de forma que se ha pasado de que la publicidad busque a las personas a que estas busquen la publicidad. Y no sólo eso, sino que en mundos como el de las rebajas digitales las estrategias han evolucionado de forma que ni siquiera se ha de conseguir al prescriptor ya que son ellos los que llegan por sí solos.

No hace mucho, en un texto que os recomiendo encarecidamente, se afirmaba que los medios bailaban al son de Valve y no me resulta muy difícil creerlo. Es más, en mi opinión el tema va más allá ya que últimamente empiezo a acostumbrarme a encontrar agresivas tácticas de venta en mi timeline de twitter durante las rebajas.

Y no hablo de mensajes desde la cuenta de empresa de Steam.keepcalm-addcartDesde mi experiencia personal, cada vez que se inician las ofertas veo como empieza una locura colectiva: Montones de usuarios publican constantemente enlaces a los productos destacados del día. Algunos dejan recomendaciones, otros encuentran ofertas en portales perdidos de la mano de dios, pero los que me interesan ahora son algunos mensajes que no corresponden a lo que podrían ser las categorías lógicas de avisos y sugerencias. Se parecen más a mensajes imperativos de compra que se repiten según reaparecen determinadas ofertas.

Dejando de lado la hilaridad que provocan algunos con amenazas humorísticas, me preocupa la alegría y la falta de consciencia con la que percibo que se comparten los enlaces. Por supuesto estos mensajes vienen dados por los gustos y recomendación del twittero en cuestión, pero es discutible el punto hasta el que vale la pena recomendar de una forma tan poco argumentada en un medio tan masificado. Parece como si en una época llena de quejas contra la falta de objetividad de los medios y sus intenciones poco periodísticas «lo barato» (ya ni siquiera «lo gratis«) convierta a montones de personas en voceros de la empresa de rigor, incitando a un consumo desaforado. Una adquisición que no es la de una novedad retail, por supuesto, aunque sumando el valor de todo lo recomendado parece que se le acerca. Y aún tenemos el valor de bromear sobre el hecho de que ni siquiera jugamos a la mitad de nuestra biblioteca de Steam.

¿Qué sucede cuando nos ponemos de este bando? Parece ser que fácilmente nos olvidamos de los fallos y debilidades de Steam, la poca seguridad de que podamos seguir con nuestra colección de juegos si un día el sistema se acaba, el dudoso sistema de cambio de divisas, o errores de los propios juegos en pos de «hacernos con todos«. Nos volvemos mucho menos críticos, les promocionamos. Nos convertimos en prescriptores porque, oye, estas rebajas son una deferencia al consumidor que se agradece, pero también una estrategia para captar nuevos usuarios que quién sabe si se podrá mantener por mucho tiempo.

Y como gracias a ello les hacemos una publicidad viral bestial mediante, tweets, noticias, vídeos  y montajes varios, no vale la pena protestar. Estamos delante de una forma de negocio que funciona y crece. ¿Para qué cambiar o mejorarlo?

De acuerdo, muy seguramente la compra en sí no sea la intención primera de estos mensajes, pero sí que resulta la consecuencia de la desmesura de montones de personas anticipando las rebajas, repasándolas, recordándolas y recomendando a cada momento sin apreciar que Twitter ya es un hervidero de ese tipo de mensajes sin nosotros.

Espero que esto que veo sea solamente una visión parcial, que realmente sólo vea una pequeña parte que no es para nada representativa o que esté malinterpretando esos mensajes, como tampoco sería extraño. Pero tengo la triste sensación de que habrá gente que conozca casos similares, y que la publicidad se cuela cada vez de un modo más sencillo en nuestras vidas. Y por si acaso, vale la pena que entre todos nos sentemos un poco a reflexionar para ver cuál es nuestro papel en todo el engranaje, y de coincidir con la idea de este texto, darnos cuenta de que no estamos para vender, que nuestro cometido debe ser argumentar, debatir y mejorar nuestro conocimiento, algo que es verdad que se prodiga más bien poco por las redes sociales.

Habrá que tener en cuenta hasta que punto nos convertimos en hombres-anuncio con ello. Ellos ya hacen esa función bastante bien.

  1. Yo siento decir que SI soy hombre anuncio. Normalmente intento cobrar por ello, pero con Yakuza 3 la cosa se me va de madre. SEGA, pagame por todos los que te habre vendido, carajo!

  2. Hombre, por lo general sí que se observa esa histeria colectiva en las rebajas de Steam, sobre todo a eso de las 19.00 cuando salen las ofertas nuevas de cada día, pero tampoco creo que sea algo exclusivo al ocio digital, si no algo ya casi un poco inmanente al ser humano xD

    ¿Cuántas veces damos la brasa para que fulanito lea un libro que nos gusta? ¿O vea una peli que nos encanta? ¿O escuche un disco que nos cambió la vida? La diferencia es que aquí lo hacen (¿hacemos?) cuando algo está increíblemente barato y casi sentimos la necesidad imperiosa de que, aprovechando el precio, en ocasiones irrisorio, el resto disfrute de algo de mismo modo que lo hemos disfrutado nosotros.

    Eso sí, como comentas pues ya se puede hacer bien, argumentando el por qué habría que aprovechar la oferta, o gritando y amenazando mucho como los de EPI en su estilo coñístico propio; o se puede hacer mal, que es llegar y BLAM, poner el título de un juego y el enlace a la web.

    ¿Aportan algo todos esos mensajes? A priori no. Pero eh. Si esa gente tiene seguidores, y esos seguidores es lo que quieren leer…

  3. Hay diferentes formas de verlo, por supuesto. Aunque yo concibo una diferencia fundamental.

    A la hora de recomendar algo a un amigo se lo recomiendas personalmente y con bastante conocimiento de sus gustos. Y evidentemente concibo los mensajes en Twitter de una forma diferente a ésto. Hasta cierto punto una cuestión de marca personal, que entiendo muy bien a la hora de recomendar objetos culturales, pero ¿Por que obsesionarse con unas rebajas que el que va a comprar ya sabe que están allí?
    Por supuesto en este asunto no tengo una respuesta definitiva: Cada vez que llego a una conclusión me surgen mas preguntas, pero creo que es algo que la gente que pública debería hacerse (La verdad es que el argumento de «Si esa gente tiene seguidores y es lo que quieren leer» no me convence, opino que Sálvame no debería existir) más que los que leen (Que también).

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