Los videojuegos de James Bond – Años 90

Continuamos al servicio de su Majestad donde lo dejamos y damos un salto generacional a la década de los 90, cuando la popularidad de las películas de James Bond volvió a resurgir con la llegada de Pierce Brosnan como protagonista y un mayor cuidado en el desarrollo de las mismas. Sin embargo, esto ocurrió tras una sequía cinematográfica de 6 años que fue desde Licencia para matar en 1989 hasta la llegada de Goldeneye en 1995, lo que también provocó una reducción en la cantidad de videojuegos que salieron a la venta.

007: James Bond – The Stealth Affair / Operation Stealth (1990) – Interplay

Las fallidas películas de Timothy Dalton provocaron que tan solo hubiese un videojuego basado en su última película, pero el atractivo del personaje de James Bond para los videojuegos no se había reducido, por lo que las compañías optaron por explotarlo de otra manera. La primera fue este The Stealth Affair en el que se hizo un cambio total de género. No tenemos ningún problema en pensar en 007 en un videojuego de acción, pero dentro del género de la aventura gráfica meteríamos más a un personaje como Sherlock Holmes (y de hecho hay varios juegos de calidad que lo atestiguan).

Sin embargo aquí tenemos una aventura gráfica, género que empezaba su ascenso en popularidad, desarrollada por Delphine Software y distribuida por Interplay. En el juego controlamos a Bond en una misión en Sudamérica donde debe recuperar el plano de un nuevo F-19 que ha sido robado al ejército estadounidense. Para este juego, Delphine utilizó una interfaz similar a la de Future Wars y da como resultado una aventura gráfica bastante decente, aunque lejos de quedar entre los juegos destacados de la compañia francesa como Another World, Flashback….. o Shaq Fu.

Seguro que muchos os habréis sorprendido por no haber oído hablar para nada de este título y, además, os extrañará un espía británico con tanto interés en defender el ejercito de Estados Unidos. Resulta que originalmente el juego nada tenía que ver con James Bond, sino que fue distribuido por US Gold en Europa bajo el nombre de Operation Stealth y protagonizado por un espía llamado John Glames. Fue posteriormente cuando Interplay usó la licencia para el mercado estadounidense, realizando los cambios necesarios.

The Spy Who Loved Me (1990) – Domark

Ya hemos dicho que las películas de Dalton no tuvieron tanto tirón como las anteriores, y para muestra, un botón. Domark pasó olímpicamente del pobre Timothy y rescató a Roger Moore para sacar un videojuego basado en La espía que me amó, película que se había estrenado ¡trece años antes!

Aunque cambiando el desarrollador, The Kremlin, Domark volvió a optar por el estilo arcade que había utilizado en todos sus juegos de la década anterior, con diversas fases de conducción y sin ofrecer ninguna novedad, más allá de alguna mejora técnica para las máquinas más potentes. De hecho, poco a poco, el estilo empezaba a quedarse bastante desfasado.

James Bond Jr. (1992) – THQ

Hacemos un pequeño paréntesis para irnos por los derroteros de los spin off y es que en 1991 llegó a la televisión una serie de animación llamada James Bond Jr. protagonizada por el sobrino del conocido espía que, a lo largo de una única temporada de 65 episodios, resolvía diversos misterios. A pesar de contar con una única temporada y de no ser la serie más popular de la época, un año después THQ haría un lanzamiento doble para NES y Super Nintendo de sendos videojuegos basados en la serie.

Si bien ambos juegos se pueden enmarcar en el género de plataformas, la versión de 16 bits está más enfocada a la acción mientras que la de 8 bits es un plataformas más pausado y con elementos de puzle. Ninguno de los dos títulos destacan especialmente en el catálogo de sus respectivas consolas, pero tienen un papel digno analizados individualmente.

James Bond 007: The Duel (1993) – Domark

Domark se despide de las licencias de James Bond con un juego exclusivo para las tres videoconsolas de SEGA. Curiosamente, vuelve a rescatar a Timothy Dalton para la imagen del juego aunque no se encuentra basado en ninguna película en concreto.

Nos encontramos ante un videojuego de acción lateral que recuerda poderosamente al arcade Sly Spy, pero que se encuentra a años luz en lo referente a calidad. Ninguna de sus versiones es especialmente buena y han quedado relegadas al olvido de la ingente cantidad de videojuegos similares que tuvieron sus respectivas consolas.

Goldeneye 007 (1997) – Nintendo

Tras cinco años de espera, y a pesar de ser lanzado dos años después de la película, nos encontramos con la verdadera joya de la corona. Goldeneye es un FPS que representa todo un punto de inflexión, no solo en el tratamiento desde el punto del videojuego de la licencia del personaje de Flemming sino también como hito en el subgénero. Terminó por convertirse en uno de los videojuegos estrella de Nintendo 64 y, para muchos es el mejor título que se le ha dedicado jamás a James Bond.

La mezcla de acción y sigilo, la cantidad de armas y objetos, las diversas misiones paralelas… todo se une en perfecta comunión para convertirse en el juego que mejor metía al jugador en la piel del espía de todos los títulos que se habían lanzado hasta la fecha. Un indispensable de la consola para la que salió de forma exclusiva y de la historia de los videojuegos en general.

James Bond 007 (1998) – Nintendo

A raíz del éxito del título anterior, Nintendo repitió pero, en esta ocasión, para la Game Boy. Un videojuego algo desfasadete cuya perspectiva cenital terminaba recordando a la saga Zelda y que bien podría ser protagonizado por James Bond, Austin Powers o la Paquera de Jerez. Tan solo una serie de escenas estáticas con un estilo realista en contraposición con el caricaturesco del resto del juego, nos hacía recordar que estábamos ante un videojuego de 007.

007 Tomorrow Never Dies (1999) – Electronic Arts

Tras el éxito cosechado por Goldeneye, Electronic Arts vio que en la licencia volvía a haber negocio y no dudó en hacerse con la licencia de la siguiente película protagonizada por Pierce Brosnan, El mañana nunca muere, y lanzar el correspondiente videojuego de forma exclusiva en PlayStation.

Pero si quieres seguir la estela de un éxito, debes intentar hacer un juego mejor, o al menos ser continuista. Para este título se optó mayoritariamente por una perspectiva en tercera persona y un sistema de asistencia al disparo que terminaba por dejar una experiencia desangelada al juego y muy lejos de la excelencia de Goldeneye. Por otro lado, el intento de variedad de niveles incluyendo fases de conducción, francotirador, esquí…. no termina de funcionar bien y la sensación que deja es que las misiones están deslavazadas entre sí, por lo que el videojuego fue condenado al ostracismo.


Los videojuegos de James Bond – Años 80

Tras el lanzamiento de Spectre, vuelve a la palestra todo el universo Bond, en un momento en el que la saga cinematográfica goza de nuevo de buena salud, gracias a la modernización del personaje a través de la interpretación de Daniel Craig.

Aunque las aventuras de James Bond han tenido desigual fortuna a lo largo de los años, lo cierto es que los videojuegos siempre las han acompañado de manera más o menos regular, desde la entrada de la serie en la década de los 80. Qué mejor excusa que este reciente estreno para dar un repaso a los títulos más destacados basados en el personaje de Ian Fleming. Empezamos este viaje en el tiempo en la década de los 80, donde el agente secreto más famoso campaba a sus anchas en los microordenadores de 8 bits.

James Bond 007 (1983) – Parker Brothers

La primera aparición de la saga en el mundo del videojuego fue en 1983 de la mano de Parker Brothers para Atari 2600, Atari 5200, Atari 8-Bit, Colecovision, SG-1000 y Commodore 64. Aunque teóricamente se basa en cuatro filmes – Diamantes para la eternidad, La espía que me amó, Moonraker y Sólo para sus ojos – lo cierto es que a tenor del videojuego, podría tratarse de James Bond, La Guerra de las Galaxias o cualquier otra película de acción.

Se trata de un clon de Moon Patrol en el que manejamos el vehículo multiusos de Bond y que dadas sus habilidades, más bien parece una nave espacial. No es que esté mal, pero muy en el estándar de la época. En la versión de Atari 8-Bit también se comercializó bajo el título de Moonraker.

007 Car Chase (1985) – Coplin Software

Un juego de factura bastante amateur que aunque en algunos lugares aparece como licencia oficial de la saga, dudo mucho que la tenga por la compañía tan pequeña que lo creo y por las pocas referencias al propio agente secreto más allá del título.

Típico juego de persecución en el que utilizaremos nuestro armamento y las cortinas de humo para acabar con los enemigos, en un estilo de juego repetido hasta la saciedad en el mundo del videojuego y que llegaría a su zénit en 1988 con Chase H.Q.

A View to a Kill: The Computer Game (1985) – Domark

Primero de los dos videojuegos que se basaron en Panorama para matar y, en esta ocasión, se lanzó para Amstrad CPC, Commodore 64, MSX y Spectrum. El juego mezcla niveles de plataformas con conducción y, a pesar de una cierta originalidad en el planteamiento, el diseño del mismo es atroz tanto gráficamente como en el sistema de juego. Parece mentira que Domark comercializara un videojuego con un acabado tan tosco que recuerda más a un juego de BASIC de cualquier revista de la época, que a un título profesional licenciado.

James Bond 007: A View to a Kill (1985) – Mindscape

Los ordenadores que nos faltaban – Apple II, PC y Amiga – recibieron una versión muy distinta de manos de Mindscape. Se trataba de una aventura conversacional de bastante calidad que queda algo empañada por la falta total de gráficos, lo que hace desaprovechar las máquinas para las que se lanzó. Sin embargo, dentro de su género nos encontramos con un trabajo bastante estimable, que se permite las suficientes licencias sobre la película en la que se basa como para no perder el ritmo de juego.

James Bond 007: Goldfinger (1986) – Mindscape

El éxito de la anterior propuesta, animó a Mindscape a lanzar otro título similar pero no basado en la película de James Bond que se estrenaba en ese momento, sino en todo un clásico como Goldfinger. Poco más que añadir respecto a la versión anterior, con calidad y mecánicas similares.

James Bond 007 in The Living Daylights: The Computer Game (1987) – Domark

Tras el fallido primer intento, Domark lo vuelve a intentar y en esta ocasión decide apostar sobre seguro en el planteamiento, dejando el desarrollo a Sculpture Software para el videojuego basado en Alta Tensión. Con un título de acción mucho más clásico, en esta ocasión se preocupa por tener un acabado técnico más digno y deja de lado la profundidad del videojuego. El resultado es un videojuego muy entretenido en el que se simplifica todo a acabar con tanto enemigo nos encontremos a nuestro paso. Destaca la variedad de armas e invenciones creadas para Bond, siendo el punto en el que se hace la diferencia con otros títulos de acción y lo acerca más al universo Bond.

Ian Fleming’s James Bond 007 in Live and Let Die: The Computer Game (1988) – Domark

Domark vuelve a la carga pero deja el encargo esta vez a Elite, que se basa en la escena más carismática de otra de las películas clásicas: Vive y deja morir. Así, en el juego manejamos una lancha con artillería para aburrir y simplemente tendremos que destruir los botes enemigos y conseguir esquivar sus ataques a través de diversos niveles.

007 Licence to Kill (1989) – Domark

Domark no se olvidaba de su primera propuesta multinivel y decidió rescatarla cuatro años más tarde pero evitando los errores de su primera intentona. Con el desarrollo de Quixel, 007 Licence to Kill era un juego bastante decente que nos ponía en la piel de Bond conduciendo, navegando, volando… sobre una perspectiva cenital, pero con diferencias sutiles entre niveles pero suficientes para dar la sensación de variedad.

Quizá el concepto original era más arriesgado que este, pero lo cierto es que este juego tuvo muy buena acogida en las plataformas en las que salió: Amiga, Amstrad CPC, Atari ST, BBC Micro, Commodore 64, DOS, MSX y ZX Spectrum.


Castle Master, rol añejo en 3D

A la hora de pensar en videojuegos de rol en el mundo de las videoconsolas, en seguida se vienen a la cabeza todo un tropel de títulos, la mayoría de estética o temática japonesa, en lo que en los últimos años se denomina como JRPG. Si nos metemos en el campo de los ordenadores personales y, sobre todo, nos vamos atrás en el tiempo, el panorama cambia bastante. En este tipo de plataformas es el rol occidental el que prevalece, un estilo muy diferente, quizá más variado argumentalmente hablando y con una influencia más profunda del rol tradicional más allá del ocio electrónico. Videojuegos como Heimdall, Bloodwych, Dungeon & Dragons o, incluso, HeroQuest, ponen de manifiesto que el consumidor medio de videojuegos de rol de ordenadores era diametralmente distinto al de consolas.

Y dentro de esta gran cantidad de títulos, en 1990 se lanzó un título que destacó por algo que no suele ser habitual en este género y mucho menos en ordenadores personales. Castle Master fue un videojuego que logró fama más por sus características técnicas que por la propia obra en su conjunto, ya que nos presentaba un entorno totalmente tridimensional en el que, prácticamente, nos podíamos mover con total libertad. Un concepto que distaba bastante de otros juegos de la época en perspectiva cenital o isométrica, y mucho más de aquellos basados en turnos. …Seguir leyendo +


Shadowlands, el juego de las luces y las sombras

A finales de la década de los ochenta y principios de los noventa empezaría la era dorada de los RPG, fue entonces cuando los títulos más emblemáticos del género vieron la luz y las sagas que todos conocemos tuvieron sus títulos debut. Final Fantasy, The Legend of Zelda, Phantasy Star o Dragon Quest tienen sus orígenes en dicha época, además, estos títulos tienen en común su aparición en videoconsolas y su origen japonés. El género en los ordenadores personales por aquellas fechas iba por otros derroteros donde el estilo se iba enmarcando en lo que terminó por denominarse RPG occidental. Bien es cierto que en las consolas algo apareció pero, probablemente por el origen asiático de las plataformas más importantes, lo cierto es que el estilo occidental se desarrolló con mayor influencia en el mercado de los ordenadores.

Frente a la vista cenital y la particular visión fantástica de los videojuegos japoneses, Occidente apostó por la perspectiva isométrica, historias de personajes sobre la mitología clásica de distintos lugares (en especial de origen vikingo) y, muchos videojuegos, inspirados por la literatura de estilo tolkeniana. Shadowlands, el videojuego que hoy nos ocupa, se puede enmarcar en este último grupo. Destaca entre los juegos de su estilo ya que cuenta con la peculiaridad de que se tienen que controlar cuatro personajes con características diferentes. Shadowlands llegó al mercado de PC y Amiga en 1992 de la mano de Domark, una de las empresas de distribución punteras de la época, y con el desarrollo de Teque Interactive, una compañía semidesconocida que se había dedicado principalmente a realizar conversiones.

El juego pone a nuestra disposición cuatro personajes —un mago, un guerrero, un orco y un clérigo— que intentan restaurar la paz en su tierra, por lo que deciden aunar sus fuerzas para conseguir su objetivo: derrotar al Guardián. Cada uno de los personajes tiene unas características propias de fuerza, combate, fuerza y vida, por lo que tendremos que encargar sabiamente a cada uno su labor. Los podremos manejar conjuntamente, en grupos de dos o cada uno de forma individual.

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Lo cierto es que Shadowlands fue una gran oportunidad perdida dentro del mundo de los videojuegos. Sus desarrolladores eran tremendamente creativos pero, por desgracia, carecían de la preparación o de la infraestructura para llevar su conjunto de grandes ideas a buen puerto.

En Shadowlands todo gira alrededor de las luces y las sombras en una propuesta muy interesante a través de los dieciséis niveles con los que cuenta el juego. Los personajes han de recoger antorchas ya que, al meterse en lugares donde la oscuridad reina, no es posible ver sin ellas. Sin embargo, no podemos abusar de dichas antorchas pues tenemos el peligro de que se agoten. De igual manera, hay que usarlas sabiamente con los distintos enemigos debido a que mientras que algunos se asustarán por la presencia del fuego, otros se sentirán atraídos por él. De esta manera, la posición de los distintos puntos de luz en los escenarios definen totalmente el juego, en un trabajo de diseño de niveles muy encomiable. Por otro lado, el uso de los cuatro personajes le da un componente estratégico muy interesante, y existen diversas maneras de acometer situaciones argumentales del juego, las cuales están además potenciadas con pinceladas de elementos de aventura.

Sin embargo, este puñado de buenas ideas se van al traste por una interfaz y un control bastante mejorable. De cada uno de los personajes tenemos un dibujo esquemático de su cuerpo, de tal manera que tenemos que señalar la parte del cuerpo (brazo, pierna, cabeza…) que queremos usar y tras esto señalar el objeto o personaje con el que interactuar. Esto, que a priori suena bastante original, termina siendo poco práctico y hace de los combates un verdadero engorro, que solo funciona de forma correcta únicamente con el manejo de objetos de inventario. El control resulta engorroso y ralentiza en exceso la experiencia de juego. Es evidente que si hay un objeto en el suelo y lo señalamos, lo que queremos es cogerlo; si hay un cartel, leerlo; y si es un enemigo, empezar a atacarle; por lo que termina siendo bastante superfluo indicar la parte del cuerpo que queremos utilizar.

shadowlands screenshot 02Técnicamente tenemos un excelente trabajo en el tratamiento de la luz, con un sistema que en su momento se denominó Photoscape y que hacía patente la distancia del foco de luz respecto a los personajes y a los elementos del escenario. Hoy en día esto parece nimio pero, en aquellos días donde los gráficos eran un amasijo de píxeles, sí fue una funcionalidad bastante revolucionaria. Por desgracia, parece que todo el esfuerzo gráfico se quedó allí y el resto de elementos visuales denotan una falta de esfuerzo, por lo que se encuentra bastante por debajo de otros títulos contemporáneos.

Si retomamos Shadowlands en la actualidad, el caótico control nos echaría para atrás a los cinco minutos de estar jugando pero, en su momento, las ideas creativas que aportaba interesaron mucho a la prensa especializada que no escatimó en elogios. Esto tuvo su efecto en el mercado y dentro del género lideró las listas de ventas, lo que desembocó en una pseudosecuela bajo el título de Shadoworlds con un sistema de juego similar pero ambientado en el espacio.

A pesar de este entusiasmo inicial, lo cierto es que a la larga los defectos del juego tuvieron más relevancia que sus virtudes. La secuela no funcionó y su perfil técnico se superó en poco tiempo. No en vano, ese mismo 1992 Core Design lanzó Heimdall, un videojuego que podemos enmarcar en el mismo género y que, aunque no tendría tantos elementos originales, superaba ampliamente al título de Domark a nivel técnico. No obstante, las buenas ideas quedaron ahí y serían integradas en el género, por lo que, sin duda, Shadowlands es parte de la historia de los RPG occidentales y, como tal, es justo darle el recuerdo que se merece.

 

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The Orion Conspiracy

El artículo de hoy se lo vamos a dedicar a una aventura gráfica de los años 90. No, no os equivoquéis, no pienso hablar de LucasArts ni tampoco de Sierra, sino de una de las compañías que a la sombra de estas dos gigantes intentaban llevarse algo del pastel del éxito de las aventuras gráficas. Se trata de Divide by Zero, una empresa que contaba con la distribución de Domark y que ya había lanzado con relativo éxito Innocent Until Caught e Innocent Until Caught 2: Presumed Guilty, antes del título que hoy nos ocupa: The Orion Conspiracy.

The Orion Conspiracy es una aventura gráfica de ciencia ficción que pasó sin pena ni gloria por las estanterías de las tiendas de videojuegos. ¿A qué es debido este fracaso? Pues en buena parte a su año de lanzamiento, 1995, que coincide con la salida a la venta de The Dig, otra aventura gráfica de ciencia ficción auspiciada en esta ocasión por LucasArts y por el mismísimo Steven Spielberg. Ya daba igual qué juego fuera mejor, tenía todas las de perder. Con esto no quiero decir que el juego de Divide by Zero fuera mejor que el del gigante de las aventuras, de hecho no lo es, pero sí es cierto que The Orion Conspiracy se merecía un mejor destino que el que sufrió, ya que nos encontramos ante una aventura solvente cuyo argumento puede copar las necesidades de cualquier aficionado a la ciencia ficción.

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