Kuri Kinton

Afirmar que las máquinas recreativas son una especie en vías de extinción es una obviedad pero, por desgracia, los títulos arcade no suelen entrar en las corrientes retro, estas tendencias se centran cada vez más en el mundo de las videoconsolas antiguas. Por eso, voy a volver al pasado para rescatar del olvido un videojuego que fue lanzado de forma exclusiva para los afortunados habitantes de los salones recreativos: Kuri Kinton.

Fue la archiconocida Taito la que, en pleno apogeo de éxito, lanzó este título en 1988, el cual podemos enmarcar claramente en el subgénero de los beat’em up. Como he indicado al principio, su lanzamiento original no englobó a ningún dispositivo doméstico, y no fue hasta hace unos pocos años cuando Kuri Kinton se pudo jugar de forma oficial en una videoconsola, gracias al recopilatorio Taito Legends 2.

El guión parece digno de una película de Jackie Chan. Un alto cargo de la policía de China y su hija han sido secuestrado por una banda criminal. El protagonista de Kuri Kinton es un miembro de la policía china al que se le ha asignado la misión de rescatar a ambos. Pero los criminales han dejado pocas pistas y tienen su cuartel general bajo el suelo de una zona desértica, donde se encuentra toda una suerte de pasadizos repletos de enemigos. Inevitablemente tendremos que ir descendiendo por territorio enemigo hasta encontrar a los dos personajes cautivos.

La experiencia de juego recuerda poderosamente a Kung Fu Master, aunque con las mejoras técnicas lógicas de un videojuego desarrollado cuatro años después. Nuestro policía protagonista es un especialista en artes marciales, por lo que sus ataques principales son la patada y el puñetazo, que pueden ser combinados con una gran capacidad de salto y una extraordinaria velocidad al sprint. Como ataque especial cuenta con una bola de fuego que puede cargarse dejando pulsado uno de los botones. De igual manera, y solo si no realizamos ningún movimiento, un escudo de defensa se irá cargando haciendo a nuestro protagonista más resistente a los golpes, aunque en pocas ocasiones nos dejarán en paz los múltiples enemigos lo suficiente como para cargar dicho escudo.

Los enemigos básicos de Kuri Kinton son bastante sencillos y con pocos golpes pueden ser ejecutados. Sin embargo, éste es un juego realmente duro por la gran cantidad de enemigos que pueden llegar a salir a la vez, dificultad que se incrementa cuando algunos de ellos hacen uso de armas arrojadizas. Además, al finalizar de cada nivel nos encontraremos con un jefe que, aunque no sea especialmente duro, si requerirá de un especial cuidado. Pero pese a todas las dificultades mencionadas, el mayor handicap que tiene nuestro personaje es contar con tan solo una vida, una mortalidad que viene representada por una barra que veremos descender vertiginósamente.

La crítica de la época fue muy dispar respecto a Kuri Kinton y probablemente ocurrirá lo mismo con los aficionados a lo retro en la actualidad. Kuri Kinton era muy superior a Kung Fu Master a nivel técnico, pero eso no lo hizo destacar en este aspecto respecto a otros títulos contemporáneos. Hay muchos elementos gráficos mejorables como son los escenarios y personajes, que además son demasiado repetitivos. Un error tan evidente que llega a su punto álgido con el hecho de que los jefes finales sean los mismos con distintos trajes. Observando tan solo ese aspecto da la impresión de que con la capacidad del hardware de la época se podría haber hecho mucho más.

Pero tras esta visión inicial reticente queda el momento de probar el juego y, en la mayoría de las ocasiones, su mecánica funciona e incluso sorprende lo divertido que resulta echar una partida a Kuri Kinton. La sencillez de su manejo junto a la endiablada velocidad con la que aparecen enemigos, y la adrenalina que generan, lo convierten en uno de los títulos favoritos de los gourmets del beat’em up. Supongo que la razón de su aparente olvido es en realidad el haber sido publicado por Taito, hay tantos éxitos atemporales de esta compañía que Kuri Kinton termina siendo uno de los títulos «tapados».

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